Tras más de cincuenta manuscritos a su espalda, DCB prosiguió, durante la segunda mitad del año 2016, con sus viajes a terra incognita. Testigo de esas ricas vivencias en la aventura quedó la narración Mi Vida y Nada Más, de la cual este Falso Dios de la Existencia es secuela directa. En él se relata el segundo gran viaje al norte del autor, que lo conduciría a una nueva forma de contemplar la vida, con su luz, y su oscuridad. Indudablemente, aquella bendita tierra mágica lo cambió por dentro, otorgándole la fuerza necesaria como para demonizar, en su pasado y en su presente, lo que le resultaba inútil, y por lo cual se sentía completamente desencantado.Todo eso, y más, se lo enseñó el norte, a través de su mística, ''la poética de los diversos mundos'', que el autor reconoció en sus bosques, en sus paisajes repletos de rocas, supervivientes de las leyendas que dotan al Astur de ese carácter especial, con el que DCB pudo conectar cuando nada más de cuanto le rodeaba lo satisfacía.