Cada página del diario de una princesa concede entendimiento de las veleidades de su época. No importa que se trate de una princesa peregrina de antepasados imprecisos, que su castillo no tenga tamaño, forma, ni lugar; la voz de la princesa aparece esporádicamente en este libro para dejar con humor, ironía, o con una fuerte carga emocional, pistas sobre su existencia. Así, poesía y prosa se juntan en esta obra y nos conducen en un carismático recorrido por las vivencias, reflexiones y mundos polifacéticos de su autora, oriunda de Cuba.