La ficción puede devenir realidad o, al menos, asemejarse a ella. De hecho, en una épocacomo la nuestra, ¿qué no es concebible? Un robot femenino habla en el Parlamento británico, dos astrónomos de Harvard nos advierten que cierto asteroide podría ser tecnología extraterrestre, y los xenobots microscópicos ya están aquí. El futuro echa sus raíces en el presente y, por lo tanto, es posible y legítimo intentar vislumbrarlo. Pero, sin importar aquello que el tiempo nos depare, la violencia, el amor o la muerte siempre estarán presentes. La ciencia ficción, pues, busca sopesar las posibilidades de nuestro porvenir. Representa la libertad de imaginar y de compartir lo imaginado. Las dieciséis narraciones de este libro intentan tal cosa.