La civilización de los aridianos se ha mantenido pura, sin contacto con otros seres humanos. Los diez millones de habitantes que la componen viven en un gigantesco Edificio que se desplaza por una llanura, aupado sobre una infinidad de ruedas y empujado únicamente por la fuerza motriz que generan, desde el interior de la enorme construcción, los esforzados aridianos.Doce horas de trabajo diario para generar la energía suficiente con la que mover ejes, rodamientos y engranajes es el precio que deben pagar para que el Edificio se desplace un centímetro al día sobre una planicie que desconocen completamente. Su organización social y política, sus creencias religiosas, sus leyendas fundacionales, su modo de relacionarse, su forma de morir Todo está basado en ese inmutable proceso mecánico de movimiento constante.Sin embargo, siempre surgen herejes, individuos de pensamiento marginal que no se conforman con los dogmas y dudan de laveracidad de esas certezas férreamente establecidas. Son personas peligrosas para la estabilidad del sistema, pero quizá menos que un antropólogo, especialista en la civilización de los aridianos, al que le han encomendado la misión de infiltrarse en la sociedad del Edificio 10