El fútbol femenino, ese que contemplamos con orgullo y que ponemos como ejemplo de los avances sociales en materia de igualdad, encierra en el incipiente esplendor de hoy la historia de una callada e incansable lucha, la de aquellas mujeres que, superando cualquier obstáculo, se enfrentaron a convenciones, estereotipos y limitaciones sociales, familiares e incluso personales para abrir un camino que conduce a un presente en el que los referentes sociales (y también los futbolísticos) empiezan, por fin, a tener también nombre de mujer. Nadie mejor que ellas, las futbolistas, para ayudarnos a echar la vista atrás, mostrarnos lo avanzado y advertirnos sobre el largo trecho aún por recorrer.