El diario de Ana Frank ha sido, desde su primera publicación, una lectura increible para todo aquel que quiera revisitar aquellos años de horror vividos y sufridos por el pueblo judío. Su lectura representa, no sólo el respeto por aquello que fue sino, sobre todo, por aquello que no queremos que se vuelva a repetir. Quizá por eso, aquellos manuscritos lograron sobrevivir al horror, a pesar de que la niña que los escribió no pudo lograrlo. Esos escritos representaron para ella una esperanza, un futuro posible, un mundo posible después de la guerra.