Con Bodas de sangre, obra en tres actos, escrita en verso y en prosa en 1933, Federico García Lorca se propuso escribir una tragedia en el sentido clásico del término, un género que consideraba la verdadera raíz del teatro. La obra está ambientada en la tradicional Andalucía -que Lorca convierte en un lugar tan mítico y universal como la Grecia clásica-. Allí una joven enamorada de Leonardo, con quien mantuvo en el pasado una relación, es obligada a casarse con un hombre al que no ama. Tras la boda se sucede un crescendo de imágenes que anticipan el desenlace fatal de Bodas de sangre. Como en la tragedia clásica, los personajes están sometidos a un destino que se les revela. La realización de sus deseos o de su voluntad, lejos de liberarlos, tan solo parecen apresurar los dictados del destino.