En este libro se glosa la eximia figura de un Bienveniste: el judeoconverso Don Miguel Pérez de Almazán, secretario real, valido y canciller del Rey Católico, pionero de su clase en Europa.Un hombre que debe estar situado entre los más ilustres del judaísmo universal, gran trabajador por la unidad de los dos principales reinos peninsulares. De origen castellano y cuna aragonesa, estuvo presente en la gestación del más importante intento de unidad de España tras ocho siglos de presencia musulmana: la creación en Almazán de la Corte del Príncipe Juan de Trastámara.Un intento fallido por culpa de la tuberculosis y el perfil nacionalista castellano, del Cardenal Cisneros, Regente de Castilla tras la muerte de la Reina Isabel en 1504.En 1507, Cisneros fue designado Inquisidor General de Castilla por Fernando el Católico, y rechazó la pretensión del de Aragón para nombrar sucesor al Infante D. Fernando (hermano de Carlos V), una tesis que defendería sin fisuras D. Miguel Pérez de Almazán.No sabemos tampoco si Cisneros, fue un perseguidor de malos christianos (léase falsos conversos), pero resucitó los Estatutos de Limpieza de Sangre promulgados en Toledo por D. Pedro Sarmiento en 1449 cuando a la muerte de D. Miguel Pérez de Almazán en 1514, se atrevió a despojar de los bienes, honores y dignidades que tuvieron en Castilla el hermano y los hijos del secretario aragonés. Cargos, bienes y dignidades, que les fueron repuestos a la llegada a España de Carlos I, por consejo de su tía Dª Margarita de Austria.En los tiempos que corren de desunión y separatismo, no estaría de más que las autoridades de Almazán y Calatayud, de Castilla y de Aragón, rindieran el debido homenaje conjunto a uno de los ciudadanos más ilustres de sus respectivas ciudades, como un gran impulsor de la unidad de España, y que conmemoraran la creación de la Corte del Príncipe Juan en Almazán, capital del señorío feudal de los Hurtado de Mendoza, condes de Monteagudo. 10