Verás aquí desfilar personajes reales e imaginarios, más de los segundos que de los primeros, pues recrear a éstos, por ser tan antiguos, no es sino vano propósito no habiendo como no hay documentos visuales ni sonoros de cuál fue su apariencia o su voz, sus gestos o sus tropiezos, su risa o su llanto. Y aunque las fuentes escritas o las obras de arte facilitan ciertos detalles, no podemos darles todo el crédito que quisiéramos pues fueron hechas por admiradores o enemigos, incondicionales ambos, o asalariados que se limitaban a cumplir con la tarea de satisfacer al interesado.