Catálogo de un mundo pleno de no-lugares, en Tundra se cumple aquello de las suelas como único equipaje. Se camina sobre citas y entre afectos con algo de fantasmagórico, para dar cuenta de historias frágiles, cazadas en su trompe l’oeil, dominadas por la impermanencia. De ahí la voluntad de hacer del amago y de las apariencias un estilo. Por cierto, burlonamente mágico, que se resuelve en prosa, frío de vocación (despectivo), al margen de referentes próximos, patrios, familiares. (Pedro Marqués de Armas)