'En Somos los dos o nada somos testigos de cómo el duelo, visto como una fase de sufrimiento y dolor producida por la pérdida del ser amado, puede ser superado desde la transformación gestada en los cambios espirituales experimentados luego de la partida. A partir de la valoración de la vida, el rescate de los recuerdos y la creación de mundos alternos, la autora propicia desde lo onírico el deseo fundamental de trascendencia superando el dolor y la ausencia, instaurando una dimensión alterna que genera la plenitud desde lo amoroso y el aprecio sincero de la vitalidad.La visión desde el afecto y el mirar desde el corazón constituyen una metáfora espléndida que, combinada con los profundos mensajes extraídos de los sueños para la honra y la reconstrucción de la existencia, manifiesta planos vitales distintos que consolidan desde la fe un mundo latente, enriquecido y mejorado.' 10