El autor hace una reelectura de los evangelios con la pregunta, ¿cómo hizo Jesús para sostener economicamente su ministerio sin pedir nunca dinero, siempre lo tuvo y aun teniendo un tesorero ladrón? A raíz de esa pregunta, encuentra y postula ciertos principios que si los aplicamos hoy dia podemos experimentar la misma bendición, es decir, de tener todo lo que necesitamos para cumplir con los propósitos para los cuales fuimos llamados por Dios.