No recuerdo otra época en mi vida más complicada y menos comprensible que esos catorce, quince, dieciséis... años. Todos son enemigos. Nadie te comprende. Es más, muchas veces no te entendés ni vos mismo, lo cual molesta, y mucho. Te sentís raro. A veces «un aparato» que funciona caóticamente y se activa al sonido de ringtones. A veces una estrella que brilla con luz propia, imparable, demoledora. Es el momento de los conflictos: broncas con los padres, peleas con los hermanos y bofetadas con los amigos. No existe equilibrio en las opiniones y los extremos parecen lo ideal. Es la adolescencia.¿Qué demonios se puede hacer para poner un poco de orden en nuestra vida y ver el futuro con más optimismo? Primero, paciencia. Lo que te está pasando nos pasó a todos. No sos un bicho raro ni estás llamado a ser un imbécil de ésos que pululan por ahí desperdiciando tiempo y oportunidades. Segundo, tenés que aprender a conocerte. Sí, sí, ya sé que no es nada fácil qué me vas a contar, pero hay que hacer ese esfuerzo por descubrir tus límites como persona y, también, tus talentos, muchos de ellos escondidos todavía y que deberás desenterrar. Son tu mejor tesoro. Buscálos. Podría darte más consejos, estilo maestro ciruela, pero no. Te evitaré ese suplicio. La mejor recomendación que te puedo hacer es que leas Pensar a los quince, escrito por un auténtico conocedor de estos problemas llamado Pedro Trevijano. Si en mi adolescencia hubiera tenido la posibilidad de conocer estas «pautas para ser feliz» te aseguro que muchos tropiezos, bofetadas, tonterías y palos me hubiera evitado. Creéme. Este libro, escrito desde la experiencia de muchos años, te puede ayudar a entenderte un poco mejor y a caminar por esa senda que conduce a la felicidad. Ánimo, adelante con Pensar a los quince, tu adolescencia será más gratificante.(Álex Rosal, del Prólogo)