El viaje había sido tan oscuro, tan largo, tan silencioso, casi tan eterno como debía de ser la eternidad, una sensación que todos allí desconocían pero que en aquellos extraños y nuevos días pareciese que lo podían sentir sin haberlo vivido.Habían cruzado todo aquello que les era conocido y familiar, dejado atrás vidas de antaño que desde aquella abismal distancia parecía no haberles pertenecido jamás, como un sueño o una pesadilla de la que no lograban despertar.Una desolada y desconocida oscuridad se cernía sobre ellos y cuanto más avanzaban, más se apoderaba de sus almas, posándose en ellas igual a una terrible enfermedad.¿Qué les depararía el destino?Cinco hombres, hermanados por la misma sangre que corría por sus venas, igualados por la educación recibida de su padre y unidos por un lazo de amor eterno, compartían la misma suerte, el mismo destino, el mismo destierro que su padre y el resto de su familia.Marcos, Cristo, Tomás, y los gemelos Félix y Sebas decidieron unir sus destinos separándose del resto de su familia y con ello de su suerte en aquel destierro, tomando un rumbo distinto al de ellos y aceptando una vida distinta.Los cinco hijos menores del derrotado Barón Alexandre Varen Tiesen giran hacia lo desconocido, hacia nuevos mundos, con sus corazones lleno de temores e incertidumbre y sin tener la menor idea de qué les deparaba aquel obligatorio viaje impuesto por sus enemigos.Había amanecido ya, el radiante sol alumbraba de forma abrasadora aquellas desconocidas tierras que parecían arder desde sus entrañas, el suelo ardía y la fina arena se colaba por doquier y llegaba a lugares escondidos del cuerpo que por no ser vistos se habían olvidado. ¿Qué tierra era aquella? Tan lejana, tan desolada, tan primitiva. Abrió Sebas, contra toda sugerencia de prudencia, la única ventana por la que entraba aire del exterior y sintió cómo sus pulmones se renovaban de aire nuevo y limpio, y se dio cuenta de que aquello era una señal.Corro hacia el exterior gritó, mientras sus ágiles pies lo guiaban sin demora hacia aquello que ansiaba ver, sabiendo que dejaba tras de sí a sus hermanos aún aturdidos por su inesperado abrupto movimiento.¡Venid! gritó aún más fuerte. Tenéis que ver esto.Y sin demora los cuatro hermanos del joven salieron en su busca con el alma aún sobresaltada.Es amarillo dijo desconsolado.Y los hermanos contemplaron el brillo de aquel astro luminoso que se iba apoderando de todo lo que tocaba. Su brillo dorado llenó las pupilas de aquellos cinco hombres que por vez primera contemplaban aquel amanecer y allí de pie se dieron cuenta de lo lejos que habían llegado, de lo lejos que estaban de su familia, de lo solos que siempre estarían, pero también vieron tras aquel hermoso amanecer que la oscuridad al fin se había ido.Todo cambió para ellos tras el primer amanecer, aquel amanecer amarillo había llenado sus almas de una desconocida sensación que se iba apoderando de ellos, sin ellos poder hacer nada por evitarlo. ¿Sería el precio a pagar? No lo sabían, pero sí tenían claro que para poder ser aceptados por aquel mundo amarillo debían pagar su precio, solo que ¿merecería la pena el precio a pagar? Algo les decía en su interior que iban a averiguarlo muy pronto, quizás, demasiado pronto.