Lidiar con la incomodidad, cuentos cortos para reflexionar un rato largo.16 relatos inteligentes e inquietantes que exploran la incomodidad, la oscuridad y lo fuera de lugar, apelando a manías autorreferenciales plagadas de insinuaciones tenebrosas, situaciones bizarras, temáticas tabú y sensibilidades de minorías. Cuando alude a la incomodidad, la antología refleja el concepto acunado por Stephen King de los dos niveles del terror. King afirma que en las novelas, películas, series televisivas o radiofónicas, el terror funciona a dos niveles: por encima está el nivel de repugnancia, siempre presente mediante grados variables de pericia artística (cuando Regan vomita en la cara del sacerdote o se masturba con un crucifijo en El exorcista, o cuando el monstruo terriblemente orgánico de burda apariencia que aparece en Profecía maldita muerde la cabeza del piloto del helicóptero como si fuera un chupachups). Y a un nivel aún más poderoso, el horror es como una danza: una búsqueda rítmica y sinuosa que busca un lugar donde el lector viva su nivel más primitivo.¿Qué quiere decir King con esto y qué tiene que ver con estos cuentos? Algo sencillo, pero potente: el terror no se trata única y exclusivamente del rechazo sensorial que provoca, no se queda solo en las imágenes desagradables (presentes en la mayoría de los cuentos), sino que va más allá, trata de provocar una profunda incomodidad. El terror trabaja en la superficie, pero también en la profundidad.El libro combina diferentes estilos a través de moralejas sentimentales, bravura narrativa, prosa fluida, observaciones penetrantes y mucho humor, siempre sostenidos por los dos terrores, el físico y el intelectual. Físico desde ese rechazo que provoca leer algo desagradable porque imaginamos el peligro que eso puede suponer para nuestro cuerpo, e intelectual hablando de un terror más psicológico en el que quizás nuestro cuerpo no esté padeciendo ningún peligro.