Este libro arranca desde 1916 que, coincidencialmente fue un año básico en el desarrollo de la medicina ecuatoriana y sobre todo quiteña: se creó el Dispensario Infantil gratuito, se creó el Hospital de Zaruma, por primera vez apareció la Ley de Comercio del Opio (pues empezó la primera epidemia de opiómanos sobre todo en Guayaquil y Quito), se creó el primer Laboratorio Clínico en el mal llamado San Juan de Dios (nombre muy tardío que reemplazó al auténtico de Hospital de la Misericordia), apareció el primer laboratorio de radiodiagnóstico a cargo del Dr. Alejandro Melo y desde el punto de vista social, se declaró por Ley como días de descanso obligatorio a los domingos y a los festivos. Antes, sobre todo para las clases humildes, todos los días eran iguales.Pero no sólo eso, sino que desde el punto de vista editorial aparecieron valiosos trabajos: Historia de la Medicina por el Dr. Samuel Mora, médico de origen colombiano radicado en Guayaquil; Fisiopatología del Pensamiento, verdadera revolución en la naciente Psiquiatría nacional, obra del Dr. Carlos Alberto Arteta que pocos años después dejaría totalmente de ejercer la profesión; y la Memoria del Hospital de Loja por el gran Pío Jaramillo Alvarado. Era curioso, pero el hecho de que salieron al público dos temas históricos específicos demostraban de alguna manera que nos estábamos haciendo viejos.