Ni elfos ni magos, pero lamentablemente tampoco nobles caballeros. Sólo gente como tú y como yo.Un conocido casual. Dos hombres de edad avanzada. Lo que comienza como recuerdos de la infancia conduce a un conflicto profundo y no resuelto. Todos somos creadores de nuestra propia felicidad. Pero ¿y si no hemos aprendido a forjar?Este libro no es una búsqueda de la culpa, sino de las causas de las rupturas profundamente sentidas en la vida de una persona. Extracto del libro:'Hannes era un idiota. Estas no son mis palabras. Una vez dijo eso sobre sí mismo. Quizás no en un sentido patológico, añadió. Es uno de los más discretos de su especie; después de todo, todavía se le permite moverse libremente entre nosotros.Básicamente, Hannes incluso tenía algo parecido a un encanto que lo hacía parecer simpático para la mayoría de las personas que lo rodeaban. Ya de niño era bastante popular, especialmente entre las mujeres mayores. Lo apreciaron por su respeto y la cortesía que les mostró. Trató de ganarse el cariño de ellos, como lo hizo más tarde con sus compañeros de escuela y luego con sus amigos de la infancia. Ésa era su manera de tratar con la gente. Pero tuvo un déficit desde temprana edad.Hannes y yo nos encontrábamos en nuestros paseos. Nos saludamos cuando nos conocimos y un día hablamos de esto y aquello. Bromas cotidianas insignificantes. Los perros unen a las personas. Su perro y el mío se conocían y aceptaban. Si los amigos de cuatro patas se gustan, sus amigos de dos patas generalmente también se gustan. Después de todo, sólo las buenas personas tienen perros amigables. También sucumbimos a esta conclusión miope.Casi sucedió de forma natural que termináramos caminando juntos. Mientras nuestros perros aseguraban su territorio olfateando y marcando, hablábamos de Dios y del mundo. Nos olfateamos, por así decirlo, al estilo humano.Ambos estábamos en edad de jubilarnos y podíamos organizar nuestro tiempo como quisiéramos. Una de las bendiciones de nuestra época. Hannes explicó que tiendo a ser vago y probablemente no haría ejercicio con tanta regularidad sin el perro. El deporte nunca fue realmente lo mío. Para disgusto de mi hija. A veces me regaña por esto. Pero cada uno vive según sus propias ideas. Aunque a veces sean las personas equivocadas y lo sepas.Al principio los dos nos conocimos por casualidad. Pero con el tiempo se convirtió en un hábito para mí. Fue bueno pasar el tiempo teniendo una agradable charla. Esto me distrajo de la rutina diaria y me trajo un soplo de aire fresco a la cabeza. Nos saludamos, los perros también completaron su ritual de saludo y luego iniciamos nuestro recorrido. Hablamos de cosas que nos vinieron a la mente. Por ejemplo, lo que habíamos llegado a apreciar sobre la jubilación...'