Julio Verne escribió El eterno Adán en 1910, poco antes de morir, como parte de una antología con otros relatos que se tituló Hier et demain. Esta obra está protagonizada por el arqueólogo Zartog Sofr-Aï-Sran, que descubre un diario en el que se narra la destrucción de parte de la Tierra y cómo un grupo de supervivientes desembarca en los territorios que se han salvado, pero no logran crear una sociedad civilizada y caen en la barbarie y la destrucción. El argumento del libro hay que enmarcarlo en un contexto histórico en el que se discutía sobre el origen del hombre y sobre la posibilidad de que existiera un ancestro único para todos los seres humanos y en él Verne muestra su desconfianza tanto en la ciencia como en el futuro del planeta.