En el océano en el que vivimos, hay de todo. Y, aunque existe poesía capaz de inyectar lepra al corazón, la que encontrarás en este océano nació para vivir el arte de curarte. Porque hay rimas que supuran veneno a las heridas, pero también hay una poesía de labios que siempre cicatriza. Hay versos presos en recuerdos que no entienden el valor de las despedidas, y hay oraciones al cielo capaces de reescribir historias a la deriva. Hay escritos que naufragan en mares del olvido, pero hay palabras de ancla eterna que no burlan lo prometido. Hay besos que fracturan el alma, arrastran a orillas las vergüenzas de nuestras mareas prohibidas y juegan a que la misma vida sea la bala perdida. Pero hay una buena noticia: existe un beso que también fue partido, dispuesto a pagar un precio de sangre irrevocable, y todo por amor. Por un amor que va más allá del entendimiento humano, que vino para liberar la cárcel de los pecados cometidos y que sana a quienes se aventuran a descubrirlo. Perderse entre sus páginas es encontrarlo. Es hallar la realidad que anhelas. Es embarcarte en el océano que cicatriza, disfrutar del placer de conversaciones al ritmo de sus pisadas de orilla, develar sus mensajes en botella que el mundo necesita, y refugiarte en su oleaje pasional sin medida. Es recitar el nombre del beso que tu alma desea. 4