Desde el comienzo de la creación, el verdadero plan de Dios fue formar al hombre, su imagen y semejanza, para que habitara la tierra y se multiplicara, y luego comenzara a adorarlo en la grandeza de su santidad y poder. Sin embargo, al rebelarse contra su Creador, la humanidad eligió servir al pecado convirtiéndose en su enemigo. Y con incomparable amor a sí mismo, Dios, creó un plan de reconciliación para rescatar la antigua amistad con los hombres, a través de su Hijo en la cruz del Calvario (Juan 3:16).