Cristóbal Colón unió así su nombre a otros ensanchadores del mundo conocido, como Alejandro Magno y Marco Polo.Su permanente y sostenida confusión acerca de hacia dónde viajó, no fue óbice para que con su acción se duplicara el mapamundi y alentó sobremanera la inteligencia europea, la que, una vez consciente (o sin llegar a estarlo totalmente) de los yerros del navegante genovés, emprendió la otra aventura, la de la conquista y evangelización de los hombres autóctonos de las tierras descubiertas. Una enorme empresa mercantil y política se puso en marcha para perjuicio de las culturas originales del continente suramericano y beneficio de los bolsillos de muchos en el viejo continente.Como han estado contestes la mayoría de los historiadores,la falta de documentos es la causa principal de que muchasrespuestas y preguntas sobre los viajes colombinos permanezcan aún en las sombras de las dudas y las conjeturas. De esta forma, el diario del primero de los viajes del Almirante de la Mar Océana se convierte en el texto cardinal de la epopeya.[] Es un acierto absoluto que Ediciones Verbum publique el diario del primer viaje de Cristóbal Colón, uno de los documentos más trascendentes de la historia del encuentro europeo con América y, más aún, de la historia universal. A pesar del tiempo transcurrido (o gracias a él), de las correcciones y adulteraciones sufridas, el Diario de a Bordo del Primer Viaje de Cristóbal Colón, sigue siendo una lectura fascinante, la revelación de un mundo virginal que brotaba, maravilloso e imperfecto, ante la azorada humanidad.Rafael Acosta de Arriba