La propuesta que el autor nos hace a través de este libro es un canto al cine, que bien pudiera ser un reflejo del Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore, un film que, a pesar de su mediocre estreno, no tardó en convertirse en un clásico del cine.Si aquella obra fue un retrato sentimental del ocaso de la clásica sala de cine, que no pasaba del ámbito familiar, regentada por aventureros de todo tipo que, buscando un hueco en su pobre economía, terminaron convirtiéndose en forjadores y transmisores de la más popular de las artes, en este libro tratado a veces en forma de humor por las extravagancias que acontecen- Carlos Jiménez nos muestra de formanovelada, como testigo directo y desde un punto de vista profesional, los avatares que sufrieron aquellos pioneros del 7º. Arte para introducirse, crear y mantener aquellos humildes cines rurales despectivamente apodados «de pueblo».El funcionamiento general de los cines que aquí se describen, las peripecias trágicas pero también anecdóticas y cómicas de los protagonistas, y sus relaciones con los poderes de la época representados en alcaldes, curas, vigilantes de la moral, Guardia Civil- nos muestran el ambiente cinematográfico e incluso a veces estrambótico-de aquellos «Felices Sesenta».Firmado por sesenta empleados de aquellos cines,que acreditan la veracidad de las historias que aquí se narran por increíbles que hoy pudieran parecer- el autor, a veces testigo, a veces protagonista, a veces depositario de escondidos secretos, transportará al lector a unos tiempos en los que el cine incluso fue prioritario a la comida. Si cine es soñar ¡Soñemos!